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  • Casi me convencí de ser cristiano. Pensé que nunca más podría ser desconsiderado y mundano. Pero pronto olvidé mi oración matutina o me resultaba fastidiosa. Uno tras otro, mis viejos hábitos volvieron y la religión me importó menos que nunca.

    Emily Dickinson, Theodora Ward (1986). “The Letters of Emily Dickinson”, p.27, Harvard University Press