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Mi padre había estado en el ejército y era especialista en armas, así que tenía afinidad por las armas, pero también por la disciplina que conllevan. Nos enseñó a disparar cuando éramos pequeños. Abrió escuelas de kárate en las peores zonas de la ciudad, a propósito, y luego limpiaba sistemáticamente un radio de tres manzanas, todos los pandilleros y traficantes de drogas y todo el mundo de carácter nefasto.