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Yo creía que los cómics sólo podían ser una cosa, y que eso era lo que nos vendían los cómics convencionales. Y los underground demostraron que cualquier cosa que se te pasara por la cabeza, siempre que tuvieras la habilidad de plasmarla en papel, era válida. Y empecé a llenar cuadernos con mis propios cómics.