Autores:
  • El sentido del labio terrible de la libélula, del bicho acuático gigante, del canto de los pájaros, o del hermoso deslumbramiento y destello de los pececillos iluminados por el sol, no es que todo encaje como un mecanismo de relojería -porque no es así- sino que todo fluye tan libremente salvaje, como el arroyo, que todo surge en una maraña libre y llena de dedos. La libertad es el agua y el clima del mundo, el alimento que el mundo da libremente, su tierra y su savia: y al creador le encanta el dinamismo.