-
Muéstrenme dos pueblos, uno adornado de árboles y resplandeciente con todas las glorias de octubre, el otro un mero desperdicio trivial y sin pies ni cabeza, o con un solo árbol o dos para suicidas, y estaré seguro de que en este último se encontrarán los religiosos más hambrientos e intolerantes y los bebedores más desesperados.