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  • En París, cuando ciertas personas te ven listo para poner el pie en el estribo, algunas tiran de los faldones de tu abrigo, otras aflojan la hebilla de la correa para que caigas y te rompas el cráneo; una arranca las herraduras de tu caballo, otra te roba el látigo, y el menos traicionero de todos es el hombre al que ves venir para dispararte su pistola a quemarropa.

    Honore de Balzac (2014). “The Atheist's Mass”, p.18, The Floating Press