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Nada es tan discreto como un rostro joven, porque nada es menos móvil; tiene la serenidad, la tersura superficial y la frescura de un lago. No hay carácter en los rostros de las mujeres antes de los treinta años.
Nada es tan discreto como un rostro joven, porque nada es menos móvil; tiene la serenidad, la tersura superficial y la frescura de un lago. No hay carácter en los rostros de las mujeres antes de los treinta años.