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Los hombres ambiciosos gastan su juventud en hacerse dignos de patrocinio; es su gran error. Mientras las criaturas insensatas acumulan conocimientos y energía para no hundirse bajo el peso de los puestos de responsabilidad que se les alejan, van y vienen intrigantes ricos en palabras y desprovistos de ideas, que asombran a los ignorantes y se cuelan en la confianza de los que tienen un poco de conocimiento.