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Con suerte o sin ella, el trabajo ha dejado su huella:
Esa vieja perplejidad un monedero vacío,
O la vanidad del día, el remordimiento de la noche.
Con suerte o sin ella, el trabajo ha dejado su huella:
Esa vieja perplejidad un monedero vacío,
O la vanidad del día, el remordimiento de la noche.