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No creo que yo mismo pudiera apoyar a un hombre para un cargo, de quien supiera que es un enemigo abierto de la religión y que se burla de ella. Dejando la cuestión superior de las consecuencias eternas entre él y su Creador, sigo pensando que ningún hombre tiene derecho a insultar los sentimientos y dañar la moral de la comunidad en la que vive.