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El moralista y el revolucionario no dejan de socavarse mutuamente. Marx hizo explotar cien toneladas de dinamita bajo la posición moralista, y todavía estamos viviendo en el eco de ese tremendo choque. Pero ya, en algún lugar u otro, los zapadores están trabajando y se está apisonando dinamita fresca para hacer estallar a Marx en la luna. Entonces Marx, o alguien como él, volverá con más dinamita, y así continuará el proceso, hasta un final que no podemos prever.