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Cristo seguirá siendo sacerdote y rey; aunque nunca fue consagrado por ningún obispo papista ni engrasado por ninguno de esos afeites; sino que fue ordenado y consagrado por Dios mismo, y por Él ungido.
Cristo seguirá siendo sacerdote y rey; aunque nunca fue consagrado por ningún obispo papista ni engrasado por ninguno de esos afeites; sino que fue ordenado y consagrado por Dios mismo, y por Él ungido.