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La prosperidad de un pueblo es proporcional al número de manos y mentes empleadas útilmente. Para la comunidad, la sedición es una fiebre, la corrupción es una gangrena y la ociosidad es una atrofia. Todo cuerpo o sociedad que malgasta más de lo que adquiere, debe decaer gradualmente, y todo ser que continúa siendo alimentado y facilita el trabajo, sustrae algo del acervo público.