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  • Como novelista, no puedo ocuparme de "personajes", o en todo caso de personajes centrales, que carezcan de garbo, en uno u otro sentido, que sean incapaces de una acción importante o de una pasión importante, o que no tengan un toque de la ambigüedad, de la inexplicabilidad última, de la nebulosidad creciente de las personas "en la historia". La historia, tal y como yo la conozco ahora, no es romántica. Pero yo sí lo soy.