El hombre que inventó el Eskimo Pie ganó un millón de dólares, según dicen, pero E.E. Cummings, cuyos versos llevan apareciendo de forma intermitente desde hace tres años, y cuyos experimentos no deberían ser más espantosos para los interesados en la poesía de lo que fue el experimento de rodear el helado con una capa de chocolate para los interesados en las fuentes de soda, apenas ha hecho mella en las mentes pastosas de nuestros supuestos amantes de la poesía.