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Nada es tan importante para el hombre como su propio estado; nada es tan formidable para él como la eternidad. Por eso no es natural que haya hombres indiferentes a la pérdida de su existencia y a los peligros del sufrimiento eterno.
Nada es tan importante para el hombre como su propio estado; nada es tan formidable para él como la eternidad. Por eso no es natural que haya hombres indiferentes a la pérdida de su existencia y a los peligros del sufrimiento eterno.