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El estornudo absorbe todas las funciones del alma tanto como el acto [sexual], pero no sacamos de él las mismas conclusiones contra la grandeza del hombre, porque es involuntario; aunque lo provoquemos, lo hacemos involuntariamente. No es por la cosa en sí, sino por otro fin, y por tanto no es un signo de debilidad del hombre, ni de su sometimiento a este acto.