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No sólo crecimos con el Be-Bop, sino que el Be-Bop nos educó. Para mi generación, el Be-Bop se encendió como una bombilla que se enciende detrás de los ojos. Para nosotros, no era sólo un movimiento intelectual, sino una forma de vida. Caminábamos, vestíamos y rapeábamos Be-Bop.