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La adolescencia es una época en la que se supone que los hijos se alejan de unos padres que se mantienen firmes y protectores tras ellos. Cuando los padres se desconectan, los hijos no tienen una base de la que alejarse o a la que volver. No están preparados para enfrentarse al mundo solos. Con el divorcio, los adolescentes se sienten abandonados, y están indignados por ese abandono. Están enfadados con ambos progenitores por haberles defraudado. A menudo sienten que sus padres rompieron las reglas y que ahora ellos también pueden hacerlo.