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Cuando vas a buscar apartamento en el Sur, te encuentras con viejecitas que te preguntan si consumes bebidas fuertes. En New York te encuentras con paranoicos que se preguntan si te vas a suicidar; no es que les importe; lo que les preocupa es la sangre en la pintura fresca, un olor dudoso en el pasillo o un agujero en el toldo cuando pasas de camino a la acera. El sureño que se traslada a cualquier parte del país tiene problemas, pero el choque cultural que ataca al sureño que se traslada al Norte es casi indescriptible.