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La paradoja es que ocurre exactamente lo contrario. Todo lo que realmente vale la pena en la vida nos llegó gratis: nuestras mentes, nuestras almas, nuestros cuerpos, nuestras esperanzas, nuestros sueños, nuestras ambiciones, nuestra inteligencia, nuestro amor por la familia, los hijos, los amigos y el país. Todas estas posesiones de valor incalculable son gratuitas.
Pero las cosas que nos cuestan dinero son en realidad muy baratas y pueden sustituirse en cualquier momento. Un buen hombre puede quedar completamente arruinado y hacer otra fortuna. Puede hacerlo varias veces. Incluso si nuestra casa se quema, podemos reconstruirla. Pero las cosas que conseguimos por nada, nunca las podremos reemplazar.