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Erasmo fue la luz de su siglo; otros fueron su fuerza: él alumbró el camino; otros supieron recorrerlo mientras él mismo permanecía en la sombra, como permanece siempre la fuente de la luz. Pero quien señala el camino hacia una nueva era no es menos digno de veneración que quien es el primero en entrar en ella; quienes trabajan de forma invisible también han realizado una hazaña.