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  • Toda época que busca la renovación proyecta primero su ideal en una forma humana. Para comprender de forma tangible su propia esencia, el espíritu de la época elige a un ser humano como prototipo y elevando a este único individuo, a menudo uno sobre el que ha tenido la casualidad de caer, mucho más allá de su medida, el espíritu se entusiasma por su propio entusiasmo.