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En general, se admite que los valores culturales (humanización) y las instituciones y políticas existentes en la sociedad rara vez, o nunca, están en armonía. Esta opinión ha encontrado su expresión en la distinción entre cultura y civilización, según la cual "cultura" se refiere a alguna dimensión superior de la autonomía y la realización humanas, mientras que "civilización" designa el reino de la necesidad, del trabajo y el comportamiento socialmente necesarios, donde el hombre no es realmente él mismo y está en su propio elemento, sino que está sujeto a la heteronomía, a las condiciones y necesidades externas.