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Era habitual que llevara a mis hijos conmigo siempre que salía de compras, a pasear por un barrio blanco o simplemente me apetecía ir por el mundo de los blancos. La razón era muy sencilla: si un hombre negro está solo o con otros hombres negros, es una amenaza para los blancos. Pero si está con niños, entonces es inofensivo, adorable.