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Porque en cuanto se frustra la facultad procreadora y disminuye el número de nacimientos, la lucha natural por la existencia, que sólo permite sobrevivir a los individuos sanos y fuertes, es sustituida por la pura manía de "salvar" a toda costa a criaturas débiles e incluso enfermas. Y así se siembran las semillas de una progenie humana que será cada vez más miserable de una generación a otra, mientras se desprecie la voluntad de la Naturaleza.