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En las familias sanas, los niños descubren (al ser escuchados) que lo que tienen que decir es importante y que sus experiencias e ideas (y ellos mismos) tienen valor. Se les anima a pensar por sí mismos, expresar opiniones y tomar decisiones por sí mismos. Los padres les ayudan a valerse por sí mismos y a hacer lo que creen que es correcto. Confiando y ganando confianza en sí mismos, desarrollan un locus de control interno.