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Plato comparó el intelecto con un auriga que guía a los poderosos caballos de las pasiones, es decir, le otorgó tanto el poder de la percepción como el poder del control.
Plato comparó el intelecto con un auriga que guía a los poderosos caballos de las pasiones, es decir, le otorgó tanto el poder de la percepción como el poder del control.