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Los requisitos del teatro son muy grandes: una constitución fuerte, energía y un propósito infatigable, un rasgo encantador... Estos requisitos por sí solos no significan necesariamente nada, y no se debe confiar en ellos como garantía de una fácil conquista del corazón del público. No es sólo una cuestión de aptitud para el trabajo, sino de largos años de esfuerzo diligente para dominar la técnica del teatro, y para desarrollar cualquier instinto artístico que podamos poseer sobre las líneas más simples, más amplias y más humanas.