-
Un hombre puede actuar como le dicte su conciencia siempre que no infrinja los derechos de los demás. Ese es el espíritu de la verdadera democracia, y todo gobierno del Sacerdocio debe estar animado por el mismo elevado motivo.
Un hombre puede actuar como le dicte su conciencia siempre que no infrinja los derechos de los demás. Ese es el espíritu de la verdadera democracia, y todo gobierno del Sacerdocio debe estar animado por el mismo elevado motivo.