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¿Sabes que, cuando vuelas de costa a costa en un día realmente despejado, mirando hacia abajo desde muchos kilómetros de altura, puedes ver los pequeños diamantes de béisbol por todas partes? Y cada vez que veo un diamante de béisbol mi corazón está con él. Y pienso que en algún lugar de ahí abajo -no veo ninguna casa, apenas veo ninguna carretera- pero sé que la gente de ahí abajo está jugando al juego que todos amamos.