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No importa qué camino espiritual hayas recorrido o qué enseñanzas hayas seguido, deben conducirte de vuelta a ningún camino y a ninguna enseñanza. Una enseñanza verdadera es como un fuego ardiente que se consume a sí mismo. La enseñanza no sólo debe consumirte a ti, sino consumirse a sí misma también. Todo debe ser reducido a cenizas, y luego las cenizas deben ser quemadas. Entonces, y sólo entonces, se realiza lo Último.