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Los hombres han llegado a hablar de la revelación como algo dado y hecho hace mucho tiempo, como si Dios estuviera muerto. La injuria a la fe ahoga al predicador; y la más buena de las instituciones se convierte en una voz incierta e inarticulada.
Los hombres han llegado a hablar de la revelación como algo dado y hecho hace mucho tiempo, como si Dios estuviera muerto. La injuria a la fe ahoga al predicador; y la más buena de las instituciones se convierte en una voz incierta e inarticulada.