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  • No se nos enseña a temer a nuestros políticos, que pueden degradar nuestra moneda, meternos en la cárcel y enviarnos a la guerra, sino que se nos enseña a temernos los unos a los otros. Nos enseñan a imaginar que los verdaderos depredadores de este mundo no son los que controlan las celdas de las cárceles, las deudas nacionales y las armas nucleares, sino nuestros conciudadanos, que en ausencia de un control brutal ¡seguro que nos destrozarían!