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  • ¡Dichosa la casa que cobija a un amigo! Bien podría construirse, como una enramada o un arco festivo, para entretenerlo un solo día. Más feliz, si conoce la solemnidad de esa relación y honra su ley. El que se ofrece como candidato para ese pacto acude, como un olímpico, a los grandes juegos, donde los primogénitos del mundo son los competidores.

    Ralph Waldo Emerson (1937). “Essays, First and Second Series”, p.65, Jazzybee Verlag