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¿No es también la oración un estudio de la verdad, una incursión del alma en lo infinito? Ningún hombre ha orado jamás de corazón sin aprender algo. Pero cuando un pensador fiel, resuelto a separar todo objeto de las relaciones personales y a verlo a la luz del pensamiento, encienda al mismo tiempo la ciencia con el fuego de los más santos afectos, entonces Dios saldrá de nuevo a la creación.