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Oh, que mis libros sean entonces la elocuencia
Y mudos prestidigitadores de mi pecho parlante,
que suplican amor y buscan recompensa,
Más que esa lengua que más ha expresado.
Oh, que mis libros sean entonces la elocuencia
Y mudos prestidigitadores de mi pecho parlante,
que suplican amor y buscan recompensa,
Más que esa lengua que más ha expresado.