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Desde que tenía 12 años he tenido que defender mi amor por el heavy metal frente a los que dicen que es una forma de música menos válida. Mi respuesta ahora es que o lo sientes o no lo sientes. Si el metal no te produce esa sobrecogedora oleada de energía que te eriza el vello de la nuca, puede que nunca lo consigas, ¿y sabes qué? No pasa nada, porque a juzgar por los 40.000 metaleros que me rodean, nos va muy bien sin ti.