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  • Espero un tiempo cuando, o más bien una integridad por la cual, un hombre obtendrá su abrigo tan honesta y perfectamente ajustado como la corteza de un árbol. Ahora bien, nuestras vestiduras son típicas de nuestra conformidad con los caminos del mundo, es decir, del diablo, y hasta cierto punto reaccionan sobre nosotros y nos envenenan, como aquella camisa que se puso Hércules.

    Henry David Thoreau (2014). “Familiar Letters (Annotated Edition)”, p.179, Jazzybee Verlag