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El universo es la exteriorización del alma. Dondequiera que esté la vida, ésta irrumpe a su alrededor. Nuestra ciencia es sensual y, por lo tanto, superficial. Tratamos sensualmente la tierra y los cuerpos celestes, la física y la química, como si existieran por sí mismos; pero éstos son el séquito de ese Ser que tenemos.