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Por eso todos los justos se contentan con su propia alabanza. Se niegan a explicarse, y se contentan con que nuevas acciones les hagan ese oficio. Creen que nos comunicamos sin palabras, y por encima de las palabras, y que ninguna de nuestras acciones correctas deja de afectar a nuestros amigos, a cualquier distancia; porque la influencia de la acción no se mide por millas.