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Que el hombre aprenda a buscar lo permanente en lo mutable y fugaz; que aprenda a soportar la desaparición de las cosas que acostumbraba reverenciar; sin perder su reverencia; que aprenda que está aquí, no para trabajar, sino para ser trabajado; y que, aunque el abismo se abra bajo el abismo, y la opinión desplace a la opinión, todo está finalmente contenido en la Causa Eterna.