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"La verdadera ciencia no tiene creencias", dice el Dr. Fenwick, en la "Historia extraña" de Bulwer-Lytton; "la verdadera ciencia sólo conoce tres estados de ánimo: la negación, la convicción y el vasto intervalo entre ambos, que no es creencia, sino suspensión del juicio". Tal era, tal vez, la verdadera ciencia en los días del Dr. Fenwick. Pero la verdadera ciencia de nuestros tiempos modernos procede de otra manera; o bien niega a bocajarro, sin ninguna investigación preliminar, o se sienta en el intervalo, entre la negación y la convicción, y, diccionario en mano, ¡inventa nuevos apelativos grecolatinos para tipos inexistentes de histeria!