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Mientras el "trabajo de mujer" que realizan algunos hombres esté socialmente devaluado, mientras se defina como trabajo de mujer, mientras se añada a una jornada laboral "normal", es probable que los hombres que lo compartan desarrollen la misma boca dentada y el mismo pelo alborotado que la madre de la taza de café. La imagen del nuevo hombre es como la imagen de la supermamá: oculta la tensión.