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  • El cambio personal, el crecimiento, el desarrollo, la formación de la identidad: estas tareas, que antes se creía que pertenecían sólo a la infancia y la adolescencia, ahora se reconocen también como parte de la vida adulta. Atrás ha quedado la creencia de que la edad adulta es, o debería ser, una época de paz interior y comodidad, que los dolores del crecimiento sólo pertenecen a los jóvenes; atrás ha quedado la creencia de que se trata de acontecimientos marcadores -un trabajo, una pareja, un hijo- a través de los cuales pasaremos a una vida de relativa facilidad.