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Piensa en la vida como si fuera un gato gigante y gordo que tienes a tu cargo. A veces puedes controlarlo, pero otras veces hará lo que quiera y tendrás que seguirle la corriente. Y a veces puedes hacer todo -todo lo que se supone que debes hacer- y aún así destrozará todas las cosas que aprecias... Lo único que puedes hacer con la vida es frotarle la barriga y prepararte para lo peor.