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  • En una época en que los respetables jóvenes burgueses de mi generación eran estudiantes universitarios de primer año, oprimidos por simiescos estudiantes de segundo año y afrentados con tonterías a diario y a cada hora por pedagogos calcáreos, yo andaba suelto en un malvado puerto marítimo de medio millón de habitantes, con un asiento en primera fila en todos los espectáculos públicos, tan libre de la noche como del día, y recibiendo con los oídos llenos instrucción en cien arcanos vertiginosos, ninguno de ellos enseñado en las escuelas..... [Pero] si descuidaba las humanidades, mientras tanto estaba adquiriendo toda la sabiduría mundana de un teniente de policía, un camarero, un abogado picapleitos o una comadrona.