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Una de las características notables de los girasoles silvestres jóvenes, además de crecer en un suelo poco hospitalario, es cómo el joven capullo sigue al sol a través del cielo. Al hacerlo, recibe energía vital antes de estallar en su glorioso color amarillo.
Como el joven girasol, cuando seguimos al Salvador del mundo, el Hijo de Dios, florecemos y nos volvemos gloriosos a pesar de las muchas circunstancias terribles que nos rodean. Él es verdaderamente nuestra luz y nuestra vida.