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Como los reyes son engendrados y nacen como los demás hombres, es de suponer que pertenecen a la especie humana; y tal vez, si hubieran recibido la misma educación, podrían llegar a ser como los demás hombres. Pero, halagados desde la cuna, sus corazones se corrompen y sus cabezas se tuercen, de modo que parecen ser una especie por sí mismos.... La adulación no puede ser demasiado fuerte para ellos; ebrios de ella desde su infancia, como viejos bebedores, necesitan sueños.