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  • Es notable cómo intuitivamente con la edad volvemos con extraño cariño a todo lo que es fresco en los primeros albores de la juventud. Si nunca nos han importado los niños pequeños, nos encanta verlos revolcarse en la hierba sobre la que cojeamos con muletas. El abuelo se aparta cansado de su hijo de mediana edad, cansado de cuidados, para escuchar con risa infantil el parloteo de un nieto. Son los ancianos los que plantan árboles jóvenes; son los ancianos los que más se entristecen con el otoño y los que más se alegran con el regreso de la primavera.